El mapa
Uno se apropia un poco de cada calle, de cada nombre. La reconoce poco a poco a medida que la asimila. Va uniendo las miles de piezas de un plano que a primera vista es como un rompecabezas. Un día, al cruzar la esquina ves la plaza por la que pasaste otro día, hace meses y a la que llegaste por el otro lado. Es entonces cuando uno avanza unos pasos más en ese particular e íntimo proceso de acaparación de referencias. Uno va adaptando el nombre de la calle a una imagen etérea y propia que va conteniendo con el paso del tiempo las sensaciones que quedaron impregnadas.
Buenos Aires posee, como todas las ciudades, sus claves. Las primeras calles que transitamos fueron Juncal y Rodríguez Peña y al principio solo esas partes de esa esquina parecían ser las calles esas, sin saber que cada una de ellas atraviesa barrios enteros en kilómetros de manzanas interminables.
Si a alguien le dejan por sorpresa en una esquina cualquiera de la ciudad y le piden que adivine en que barrio esta, tendrá pocas pistas si le piden que no mire los nombres y numeración. Si es una zona de casas bajas y calles adoquinadas tendrá para elegir la mitad de la capital, si hay edificios viejos y pocas construcciones lo mas seguro es que este en el sur y si se empiezan a ver obras o parecer a Madrid o Paris esta en el norte. Aunque hilando fino hay diferencias abismales incluso en barrios mas humildes. Ante la mirada del, aún, un poco turista (clave para seguir apreciando todo esto), surgen como demasiado similares. Por ello lo mejor es entender pronto como orientarse.
A la ciudad la cruzan avenidas y calles que van en muchos casi de parte a parte. Son muy largas, demasiado largas. De sur a norte la Avenida Rivadavia (la mas larga del mundo, dicen) divide las calles y les cambia el nombre, numeración y sentido de los números a modo de espejo. Tenemos entonces una ciudad partida en dos mitades geográficas y también en categoría fiscal. Eso si, este donde este uno, ese barrio tuvo algún día su esplendor a juzgar la cantidad de casas bonitas y grandes que salpican todos los barrios.
Para no perderse hay que situarse en cualquier esquina, lo mas seguro es que una de las calles le suene a uno y sepa si va de este a oeste o de sur a norte. No pregunte a un policía pues probablemente no tendrá ni idea o no querrá contarlo. Mas de una vez he mirado el sol para situarme. Se parecen tanto todas las esquinas de muchos barrios.
Unos datos inútiles: Cada 5 o 6 cuadras pasa una avenida. Cada dos calles cambia el sentido para los coches. Cada cuadra son 100 números. Cada cuadra son 100 metros. Al norte de la Avenida Rivadavia, cuando los números van en sentido creciente se va al norte o al oeste, si decrecen es al revés. Todo el mundo mide en cuadras.
Es decir un galimatías que tenia que compartir. Hay que llevar mucho tiempo para descifrarlo. No sirve de nada para turistas de 4 días en la ciudad y el resto en Aerolíneas Argentinas.
Lo mejor para orientarse es encontrar la magia de la ciudad leyendo a alguno de los muchos narradores que de manera prodigiosa inventan una manera de entender este cosmos de gentes. Ahora estoy riéndome con Alejandro Dolina y sus ¨Crónicas del Ángel Gris¨ pero sera también con Cortazar, Borges, Bioy Casares, Arlt, Fontanarrosa, etc, etc…. Eso si es, dejarse atrapar por la ilusión de Buenos Aires o Argentina.
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