26 marzo 2007

Internet

Hace no demasiado tiempo pues lo recuerda bien gente de nuestra edad, conseguir una línea de teléfono era una pesadilla incomprensible. Tardaban creo que varios años, muchos lo conseguían sobornando a los funcionarios de la vieja compañía estatal de teléfonos. Luego llego Carlos Menem al poder y comenzó a vender todo lo que olía a público y entre otras apareció Telefónica de España, que empezó a cobrar sus facturas en dólares pues la economía del país en esa época estaba con la paridad un peso, un dólar. Un buen negocio en un país donde la gente habla mas que nadie. Todo eso se acabo una navidad y el nuevo año trajo entre llantos e impotencia una nueva relación peso-dólar mas acorde con la realidad y ya fuera de un sueño imposible.

La facturas de ahora son idénticas a las de antes, las tarifas mas o menos se mantienen, solo que ahora se cobran en pesos, es decir, una tercera parte de lo de antes y aun así los beneficios netos del año pasado fueron de 5540 millones de pesetas. O pierden ahora o ganaban a espuertas antes. Eso, los argentinos lo saben bien y aunque no se quejan eficientemente, no olvidan creo. Como en España, esta multinacional no goza de la mejor fama y revive espíritus anticolonialistas con todo motivo. El país se lo repartieron Telecom (franco-italiana) y Telefónica, la ciudad de Buenos Aires esta separada, al norte Telecom, al sur Telefónica y lo mismo con el resto de la nación. Invirtieron mucho dinero desde cero instalando redes de fibra óptica y maquinaria modernizando una precaria red básica pero sigue siendo mas caro hablar al interior del país que afuera del mismo.

Todo esto viene a cuento porque debe ser una de las razones de la brutal inmersión en el ciberespacio que creó Internet mas sorprendentes. Tiene una pagina en Internet casi cualquier cosa: el paseador de perros, muchísimos restaurantes, teatros, todas las instituciones publicas, pequeños negocios como tiendas y fabricas, hoteles, diseñadores de lo que sea, no conozco a nadie que no tenga su email, los padres del colegio nos comunicamos siempre vía correo electrónico como única forma. Ya estamos habituados pero al principio no dejaba de provocar nuestro asombro. Ni en la península existe un uso tan sabio de la red y es que aquí las distancias son otras muy diferentes y debe ser por eso que hasta en el mas recóndito pueblo hay un locutorio con , muchas veces, vetustos ordenadores con teclas sin letras por el uso pero cumplen su función y acercar amigos y familiares en un país inmenso y lleno de emigrantes. Y si no que se lo digan a nuestra ultima amiga argentina que vive en Palma que después de leer estas columnas domingo tras domingo tomamos varios cafés virtuales pues así lo bautizó y hemos podido intercambiar impresiones desde cada lado del espejo. Internet es un café mas.

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18 marzo 2007

El Río de la Plata


El pasado domingo fui invitado en barco. Un buen amigo se ha comprado uno a vela de treinta pies y esta encantado con su nueva adquisición. Es la primera vez que izaba las velas sin presencia del profesor que le formó durante el pasado año. Fue una experiencia realmente curiosa y agradable, en primer lugar sorprende estar en un barco y que sean aguas dulces las que te rodean y si además esas aguas son color café con leche, la visión es extraña, rara. Que sea el mítico Río de la Plata no basta para aplacar la incrustada costumbre del mar azul y profundo. Es como que no es lo mismo, ni lo puede ser nunca. Es una pena.

La parte del Río que separa Argentina de Uruguay en esta zona tiene un ancho de cuarenta kilómetros. Ir desde Buenos Aires a Colonia de Sacramento en Uruguay, lleva unas siete horas a vela o una hora en el ferry. Colonia es uno de los últimos pueblecitos coloniales de Sudamérica anclados en el tiempo, es un tópico turístico para los argentinos y un lugar pintoresco para cualquier turista. Esa es una de las rutas marítimas típicas por su belleza.

Navegar por el río es toda una proeza, hay que respetar los canales donde la profundidad es suficiente, y si hay que hacer eso haciendo bordos es mas complicado. La verdad es que mi amigo salio mas que airoso de su primera salida sin expertos pues todo fue como la seda. Me limite a recordar mi humilde ayuda marinera y mientras, la bandera argentina ondeaba amarrada al estay.

Tenemos un patrón iniciándose, un barco cuyo calado es de un 1,5 metros y un sonar que no subía de los 3 metros y un río plagado de embarcaciones. Todo bien y agradable, fondeados frente a Buenos Aires desde el río, es una particular línea del cielo interminable. Lo realmente estremecedor era la interminable cantidad de gente en barcos de recreo que habían tenido la misma idea, salir a navegar en un domingo perfecto de cielo azul y brisa y temperatura soñadas.

No podía creer la increíble afición a navegar. La autopista de salida hacia el norte de Buenos Aires se llama la panamericana, tiene seis carriles en ambos sentidos y es un río de coches en las horas punta. Bueno, pues el río era lo mismo pero sobre agua. Yates a motor de variados tamaños, optimist en plena clase, veleros, balandros, winsurfistas..., había de todo menos velomares. Uno de los barcos llevaba el nombre de "Formentor", lo mire medio alucinado y todos, obviamente, vigilantes para no colisionar.

Lo impactante es ver como el respeto marinero que aprendimos desde pequeños en el mediterráneo, ese saludo entre capitanes al cruzarse, las normas básicas de preferencia, etc... , en el río, demasiados argentinos se la pasan por donde les cabe, que aun no se donde es. No quiero ni pensar que seria de uno de esos marineros de agua dulce tratando de abrirse paso de esa manera entrando en la bahía de Palma. Sinceramente, me daba cierta vergüenza ajena. Debe ser que el río no es el mar.

Espero que mi amigo pronto nos lleve al inmenso Delta del Tigre, una entramado de canales rodeados de una vegetación preselvatica, que te transporta a una película sobre Vietnam. Solo hay que virar hacia el noroeste, río adentro. Allí no se puede ir a vela y es otro mundo impresionante que espero contar otro día.

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11 marzo 2007

Cuatro recomendaciones

Si alguien tiene pensado venir a Buenos Aires en breve, creo que estas recomendaciones pueden ser útiles. Son algunos humildes consejos recopilados después de observar como nosotros y gente de paso sortean los cotidianos inconvenientes de no ser de aquí.

En primer lugar, en los taxis, antes de subir se darán cuenta de que uno no es de aquí y hay que combatirlo mintiendo, como ellos. Debemos hacer lo posible para simular que estamos en Buenos Aires por algún motivo excepto de turismo. Ser turista es sinónimo de presa y hay que avivarse. No es fácil pero vale la pena intentarlo incluso espetandole al taxista que se olvide de engaños, hay que usar la imaginación.

Hay gente aquí, lo digo en serio, que cree desde el alma que ya que a los argentinos le sale todo en Europa cuatro veces mas caro, es lógico que ellos les cobren en cuanto puedan al menos el doble. Lo piensan de verdad y es dificil de creer. Como si la pareja de Palma en luna de miel tuviese la culpa de que la moneda argentina se devaluase trágicamente hace algo más de cinco años.

Aun así es posible que te lien con el cambio o te den un tour no solicitado. Pedir por teléfono el taxi o levantar la mano solo cuando viene un taxi con radio (radio taxi), el azar y el aspecto del coche pueden ayudar pero no son garantía de nada. Toda la gente que anda de paso por la ciudad tiene una historia tremenda que contar últimamente. En los restaurantes se puede ir tranquilo pues los precios estan escritos. En las tiendas que hay en las partes mas turisticas el sobreprecio esta ya escrito en las etiquetas, no hay sorpresas.

Seguidamente, para comer rápido y muy barato lo mejor es sentarse en cualquier cafetería y pedir un lomito completo, no es mas que un pepito de ternera con una carne que se deshace como la mantequilla. Es un plato muy comun pero sorprendente la mayoria de las veces. Llena más, suple la hamburguesa rápida, sale por lo mismo y todo te lo traen a la mesa. Se hace difícil a veces querer comer ligero sin entrar en un restaurante de mantel de tela pero es posible. Otra opción es el tostado de jamón y queso pero nunca la hamburguesa pues solo es decente en los restaurantes de cocina norteamericana.

En tercer lugar, para cruzar los pasos cebra no señalizados por semáforos y algunos de los otros, hay que imitar el paso de los de al lado, sin miedo, aunque al principio de algo mas que terror. Se trata de mantener el paso firme y decidido después de haberse asegurado de que tienen tiempo de esquivarle a uno, pues eso es lo que hacen, pasar de refilón. Los semáforos tardan mucho en ponerse rojos para el peatón, no hay que correr cuando empieza a parpadear, da tiempo de sobra. y eso es muy cómodo.

Hay muchas otras recomendaciones, entre ellas destacaría uno de los mas bellos recorridos que hay en autobús de línea: La 130. Se puede uno subir en la parada que hay enfrente del Patio Bullrich (centro comercial) cruzando la Avenida Libertador. Solo hay que decir al chofer la palabra "ochenta" e introducir una moneda de un peso en la maquina y recoger el cambio. Cuando después de quince minutos de recorrido se ven los lagos del Parque 3 de Febrero, se baja uno y se da un paseo entre gansos, garzas, chochas comunes y gente haciendo footing . En un día soleado, atravesar todo el cinturón verde del norte de la ciudad, es un espectáculo. Para volver, lo mismo pero al revés. De esta manera se consigue ir en colectivo porteño (toda una sorpresa) y ver desde dentro los mejores parques de la capital del Río de la Plata, todo de una tirada.

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04 marzo 2007

La estupidez

En el top cien de la estupidez humana se encuentra si lugar a dudas la manera que tienen los argentinos de afrontar un cruce sin semáforos cualquiera de la ciudad. No me acostumbro nunca a semejante acontecimiento como ya conté en otra ocasión. En lugar de acordar colectivamente que los que vienen por la derecha tienen prioridad de paso prefieren el riesgo, nervios, estrés y peligrosa incomodidad de esperar que al otro le funcionen los frenos y decida presionarlos justo a tiempo. No lo entiendo.

Pero, con permiso, y escrito solo de oídas está la pelotudez argentina mas facil, tópica y divertida de contar, viene de la mano de la mundialmente archifamosa viveza criolla que consiste cobrar de más algo, es decir, robar, sacar ventaja deshonesta o en el peor de los casos cobrar por algo inexistente, tambien suele estar aliñada con algunas faltas a la palabra dada. Todo para, si sale bien, llevarse calentitos unos pesos y hacerse a uno mismo un pésimo y lamentable marketing. Con lo buenos que son comunicando en todo el mundo, en eso fallan de manera incomprensible pues creo que una mínima honestidad trae mas plata a la larga. Sin embargo, seguro que debe haber muchos de ellos quejándose una y otra vez de la inseguridad ciudadana en sus elegantes barrios.

Esa deshonestidad con su propia sociedad, por parte de un fragmento de la comunidad, junto con la ausencia casi total de un mínimo espíritu colectivo o contrato moral por parte de la mayoría de los dirigentes políticos y parte de la ciudadanía, es la muy probable causa de tantos males. Lo realmente esperanzador es la arrolladora cantidad de buena gente, honesta y optimista que conocemos y que piensa lo mismo que apuntan estas líneas.

Es una peculiar manera de entender la propia libertad individual que solo se intuye o trasluce cuando vive uno una buena temporada aquí. Si en la antes, reserva espiritual de occidente se dice que la libertad de uno termina donde empieza la del otro, acá la libertad de uno termina cuando choca literalmente con la del otro, el ejemplo del cruce es inmejorable por simbólico. Esa colisión virtual es la que todo el mundo maneja con precisión y agilidad de cirujano. De hecho los coches no tienen marcas de roces en los parachoques, siempre hay alguien que frena o desvía a tiempo. En la vida cotidiana parece que también.

Se hace caso omiso de la norma pues esta en el alma argentina pasar de refilón y poner cara de que no se ha enterado, no lo sabia o ¿quien sos vos para impedir ejercer mi derecho a ser yo?. Es increíble la cantidad de letreros prohibiendo cosas que hay repartidos por todo sin que nadie haga ni caso, ni la policía.

Luego, para muchos Argentina no existe, es todo un entramado virtual de banderas y arengas, veinticuatro colores en el extremo sur de América. El escritor Marcos Aguinis decía que Argentina no es un país, es un lugar donde mucha gente diversa se aglutina, comporta y habla parecido.

Se canta el himno, si, pero a veces parecería que es un gran disimulo. Como el silbido del sueco que quiere no darse cuenta, una huida hacia adelante como son ya todas las huidas, pero ahora se trata de una colectividad de casi cuarenta millones de personas esperando aun que un Mesías abra las aguas. Este año hay elecciones.

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