"Para usted, un cortado."
Hace ya nueve meses me escribió una lectora desde el otro lado del mundo, de la forma que lo hizo, del contenido de nuestros correos electrónicos y sobretodo de la emocionante causalidad/casualidad, surgió una (la primera) amistad epistolar cargada de contenido que aún espera ser disuelto en largas conversaciones. Lo limitado del teclado y el tiempo no bastaron para que esa especial relación especular se desvaneciese. Pocas palabras escritas pero mucho por contar.
Ella llegó a Mallorca hace mas de dos años desde la Argentina. Emigró. Se exilió junto con su familia en Palma. Porteña y esposa de otro argentino descendiente de mallorquines. Y expulsados por la Argentina mas real, ahora extranjeros. Nuestras visiones se entrelazaban como una madeja de miradas. Porteña en Palma y mallorquín en su ciudad. Muchas coincidencias y ópticas apasionadas que nuestro cercano círculo aquí ya conoce por lo que tiene de emocionante sincronismo.
Animado por mi intuición, le presente virtualmente a mi padre pues ella buscaba información acerca de un señor amigo de Bernareggi y Cittadini al que trataba de seguir el rastro. Era un tipo que había construido el Hotel Formentor llamado Adán Diehl y que era argentino como ella. Pensé que mi padre podría ayudarla. Se encontraron posteriormente en una cita a ciegas en el Bar Bosch y charlaron de los pintores extranjeros de aquellas décadas doradas. Se entabló una relación que no se agota, mi padre se ve con el matrimonio con frecuencia, visitan sus respectivas casas y se ponen al corriente de todo. Es en cierto modo un ojo puesto en la tierra austral donde vivimos.
El marido de ella no entiende (y lo comprendo) que yo, me haya instalado con mi familia en la ciudad que le expulsó vilmente a él. Y como cuerpos extraños que somos, pues así nos vemos, expulsados del tejido, nos unen paradojas y sarcasmos de todo olor y color.
Acabaron un día yendo a ver bailar tango en Llucmajor, han comido Calçots y han estrechado insólitos vínculos alimentados por las opuestas realidades.
Ella, nuestra única amiga argentina en Palma empezó clases de catalán o mallorquín, como se diga..., visita los recónditos lugares de la isla, la linda isla como la llama, el paraíso opuesto a su Buenos Aires querido y diferente soñado lugar al fin y al cabo para muchos de nosotros, los extranjeros en uno y otro lugar. Curiosa y audaz observadora, se interesa por todo, ilumina con su parecer mil experiencias comunes de nuestro reciente pasado en las islas. Entretenido y excitante.
Ella esta ahora en Buenos Aires, vino por unos asuntos familiares. Nos llamó: "Les vengo a buscar el sábado a las 20,30 que vamos a un asado en casa de mi única hermana". A ella no la conocemos salvo por una foto que nos mandó. Conoce, eso si a nuestra hija, que viajo sola a Mallorca hace poco. Nos vino a recoger, subimos al coche y nos saludamos como si fuese una vez mas. Llegamos a Quilmes, a 25 Km de la capital.
Al calor de una casa tranquila y hermosa, su hermana, su cuñado, sobrinos y novios compartieron con nosotros la entraña, lomo y vacío finamente asados. Vino y palabras hasta las cuatro de la mañana. Sin tener tiempo de percibirlo nos encontramos como en familia, en el corazón de una familia.
Hace poco, en otra conocidísima cafetería de Palma decidió practicar el idioma del lugar que debería acogerle y que esta aprendiendo y sin quererlo le cayo la quintaesencia, la espiral de la ensaimada.
Dijo: "un tallat, per favor".
El camarero le respondió con sorna: "Para usted, un cortado".
Ella llegó a Mallorca hace mas de dos años desde la Argentina. Emigró. Se exilió junto con su familia en Palma. Porteña y esposa de otro argentino descendiente de mallorquines. Y expulsados por la Argentina mas real, ahora extranjeros. Nuestras visiones se entrelazaban como una madeja de miradas. Porteña en Palma y mallorquín en su ciudad. Muchas coincidencias y ópticas apasionadas que nuestro cercano círculo aquí ya conoce por lo que tiene de emocionante sincronismo.
Animado por mi intuición, le presente virtualmente a mi padre pues ella buscaba información acerca de un señor amigo de Bernareggi y Cittadini al que trataba de seguir el rastro. Era un tipo que había construido el Hotel Formentor llamado Adán Diehl y que era argentino como ella. Pensé que mi padre podría ayudarla. Se encontraron posteriormente en una cita a ciegas en el Bar Bosch y charlaron de los pintores extranjeros de aquellas décadas doradas. Se entabló una relación que no se agota, mi padre se ve con el matrimonio con frecuencia, visitan sus respectivas casas y se ponen al corriente de todo. Es en cierto modo un ojo puesto en la tierra austral donde vivimos.
El marido de ella no entiende (y lo comprendo) que yo, me haya instalado con mi familia en la ciudad que le expulsó vilmente a él. Y como cuerpos extraños que somos, pues así nos vemos, expulsados del tejido, nos unen paradojas y sarcasmos de todo olor y color.
Acabaron un día yendo a ver bailar tango en Llucmajor, han comido Calçots y han estrechado insólitos vínculos alimentados por las opuestas realidades.
Ella, nuestra única amiga argentina en Palma empezó clases de catalán o mallorquín, como se diga..., visita los recónditos lugares de la isla, la linda isla como la llama, el paraíso opuesto a su Buenos Aires querido y diferente soñado lugar al fin y al cabo para muchos de nosotros, los extranjeros en uno y otro lugar. Curiosa y audaz observadora, se interesa por todo, ilumina con su parecer mil experiencias comunes de nuestro reciente pasado en las islas. Entretenido y excitante.
Ella esta ahora en Buenos Aires, vino por unos asuntos familiares. Nos llamó: "Les vengo a buscar el sábado a las 20,30 que vamos a un asado en casa de mi única hermana". A ella no la conocemos salvo por una foto que nos mandó. Conoce, eso si a nuestra hija, que viajo sola a Mallorca hace poco. Nos vino a recoger, subimos al coche y nos saludamos como si fuese una vez mas. Llegamos a Quilmes, a 25 Km de la capital.
Al calor de una casa tranquila y hermosa, su hermana, su cuñado, sobrinos y novios compartieron con nosotros la entraña, lomo y vacío finamente asados. Vino y palabras hasta las cuatro de la mañana. Sin tener tiempo de percibirlo nos encontramos como en familia, en el corazón de una familia.
Hace poco, en otra conocidísima cafetería de Palma decidió practicar el idioma del lugar que debería acogerle y que esta aprendiendo y sin quererlo le cayo la quintaesencia, la espiral de la ensaimada.
Dijo: "un tallat, per favor".
El camarero le respondió con sorna: "Para usted, un cortado".
Etiquetas: Publicada en el DM
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio