Las tres marías
Cuando uno viene a vivir a Argentina, o "La Argentina" como gustan en llamarla sus habitantes, debe saber que va a convivir con tres compañeras inseparables, compañeras estas, que iran de la mano allá donde uno quiera ir y hacer. Ellas son la provisionalidad, la improvisación y la impredicibilidad. Son las tres marías del país. Hay un vocablo muy argentino que podría englobar a todas, le llaman la desprolijidad, que es todo lo que no esta como debe hacerse, lo que no esta bien ordenado y acabado. A veces nos preguntan si no nos cansa tanta desprolijidad.
La primera, la provisionalidad, hay que mirarla con cariño y aprecio de hermana pues de lo contrario uno puede volverse literalmente loco. Se percibe con claridad en las mas elementales ámbitos: paginas Web, tiendas, números de teléfono, revistas, la industria argentina, normas gubernamentales y un largísimo etcétera de negocios que aparecen y desaparecen mágicamente. Nunca uno sabe hasta cuando funcionara algo. Es divertido pues uno sabe que lo malo no tiene porque ser para siempre, siempre queda la ilusión pues siempre de sopetón hay algo que funciona mejor . Es como la meteorología porteña, sabes que de repente puede mejorar sin previo aviso. Como es obvio, esta compañera no es apta para gente pesimista.
La improvisación es genial. Te quedas anonadado muchas veces de lo genios que son improvisando cualquier cosa. Mas de una vez pensé; en Mallorca hubiésemos estado discutiendo y postergando conversaciones en interminables charlas acabadas en "xarrem" y aquí te ves de repente inmerso en un proyecto laboral serio sin casi discusiones, cuando todo el mundo sabe lo que tiene que hacer, se hace y se corrige sobre la marcha que para eso están las cosas, para ser mejoradas. Ortega les decía " Argentinos! a las cosas" para recriminarles su manera de voltear la cuestión esencial divagando y huyendo en lo formal y superfluo. Lo que yo le digo a Ortega es que con frecuencia pasmosa te hacen esas cosas en un pis pas. Es una de esas innumerables y asombrosas contradicciones que hacen cada vez mas pertinente el "atroz encanto de ser argentino", tal y como titula un libro de Marcos Aguinis de reciente aparición. Otro mas que piensa que si no lo escribe, no le creen.
La impredicibilidad es el demonio. No tiene lado bueno. Cada vez que habla un empresario local o extranjero, esa es la primera palabra que escupe como veneno. Al gobierno actual parece importarle un comino, el va haciendo lo que cree cuando cree, poniendo paños calientes ahora aquí, ahora allá. Samuelson, el economista, decía que había cinco clases de países, los capitalistas, los de la órbita socialista, los del tercer mundo, Japón y Argentina. Estos últimos deben ser estudiados aparte, casi con cátedra exclusiva. Y es así, nada se desenvuelve como marcan los libros y aún así deja a uno perplejo la inmensa cantidad de gente que sigue apostando por la nación hasta con las banderas en la solapa. No es raro, de todos modos pues este es un gran país y hasta el que lo odia, lo quiere. Es la gran paradoja argentina la que atrae como la miel a las moscas.
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