Diciembre
La Navidad con este calor no es lo mismo. Por suerte o por desgracia las fiestas aquí se sienten de muy diferente manera. No te acostumbras jamás. Estrellas de oriente colgadas de las farolas, algunos escaparates y gigantes árboles de Navidad en los centros comerciales son los únicos recuerdos de que se acercan las fechas. Ver a los abrigados papanoeles cuando hay 35 grados centígrados no ayuda nada a sentirla como la recuerdas. La decoración nada tiene que ver con la del norte donde se cuelgan luces cruzando calles.
El tráfico se vuelve mas denso, ruidoso y caótico en este ultimo mes del año. La gente inunda las calles pues todos ya corren a liquidar todo lo pendiente, todo lo dejado para el final y sin otro objetivo que dar finiquito al año y largarse lejos del asfalto. Al mar.
Si la mediterránea Nit de Sant Joan quema en cierto modo el pasado, acá se carbonizan las energías para poder llegar exhaustos al inicio de las sagradas vacaciones. Si el verano en el mediterráneo posee un encanto revitalizador, la renovación espiritual por estos lugares viene dada por partida dobe pues cuando una regresa de vacaciones también regresa a otro nuevo año y eso es algo que se palpa, ya que la frontera del fin de año divide temporadas como nunca habría imaginado. Se tiene la cabeza puesta mas en las vacaciones que en las fiestas.
En la tienda de enfrente se venden adornos de navidad y al fondo barcas hinchables, cubitos y palas para hacer castillos de arena. Es raro.
Por eso quizás la gente va como loca ultimando los detalles de las vacaciones, perfilando siluetas para lucirse (dicen que es todo un espectáculo como las argentinas y ellos lucen el palmito/lomo esculpido semanas atrás) , también corren tratando de cobrar los trabajitos y por si fuera poco, los encuentros familiares entrañables y los no tanto, unidos a los cariñosamente recién comprados regalos de navidad y reyes. Mucho estrés en pocos días. Y es que al porteño le debe agradar dejar todo para el ultimo día, mas bien se podría decir que el caótico devenir urbano es consonante con la naturaleza humana y no lucha para evitarlo. Mas bien al contrario, "ya se vera...", seguro que se arregla en una creativa solución improvisada y casi nunca en horario, es decir, puntual. Pero eso si, "todo bien...". Que es como decir, todos contentos. Al menos que lo parezca.
Nota añadida:
Me cuentan siempre que el dia 31 se lanzan por las ventanas de los edificios de oficinas del microcentro de Buenos Aires todos los calendarios y papeles que ya no sirven. Dejan la calle alfombrada de cosas pasadas a modo de catártica despedida de un año más. Debe ser todo un espectaculo que tampoco presenciare este año...
El tráfico se vuelve mas denso, ruidoso y caótico en este ultimo mes del año. La gente inunda las calles pues todos ya corren a liquidar todo lo pendiente, todo lo dejado para el final y sin otro objetivo que dar finiquito al año y largarse lejos del asfalto. Al mar.
Si la mediterránea Nit de Sant Joan quema en cierto modo el pasado, acá se carbonizan las energías para poder llegar exhaustos al inicio de las sagradas vacaciones. Si el verano en el mediterráneo posee un encanto revitalizador, la renovación espiritual por estos lugares viene dada por partida dobe pues cuando una regresa de vacaciones también regresa a otro nuevo año y eso es algo que se palpa, ya que la frontera del fin de año divide temporadas como nunca habría imaginado. Se tiene la cabeza puesta mas en las vacaciones que en las fiestas.
En la tienda de enfrente se venden adornos de navidad y al fondo barcas hinchables, cubitos y palas para hacer castillos de arena. Es raro.
Por eso quizás la gente va como loca ultimando los detalles de las vacaciones, perfilando siluetas para lucirse (dicen que es todo un espectáculo como las argentinas y ellos lucen el palmito/lomo esculpido semanas atrás) , también corren tratando de cobrar los trabajitos y por si fuera poco, los encuentros familiares entrañables y los no tanto, unidos a los cariñosamente recién comprados regalos de navidad y reyes. Mucho estrés en pocos días. Y es que al porteño le debe agradar dejar todo para el ultimo día, mas bien se podría decir que el caótico devenir urbano es consonante con la naturaleza humana y no lucha para evitarlo. Mas bien al contrario, "ya se vera...", seguro que se arregla en una creativa solución improvisada y casi nunca en horario, es decir, puntual. Pero eso si, "todo bien...". Que es como decir, todos contentos. Al menos que lo parezca.
Nota añadida:
Me cuentan siempre que el dia 31 se lanzan por las ventanas de los edificios de oficinas del microcentro de Buenos Aires todos los calendarios y papeles que ya no sirven. Dejan la calle alfombrada de cosas pasadas a modo de catártica despedida de un año más. Debe ser todo un espectaculo que tampoco presenciare este año...
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1 comentarios:
Soy una argentina en Palma, y he pasado la Nochevieja en la Placa de Cort. Como parte del festejo organizado por el Ayuntamiento tiraron papelitos desde las ventanas de los edificios que rodean la plaza. Eso sí, a la europea: los papelitos eran plateados,preciosos,todos cuadraditos e iguales, y los tiraban a máquina. De cualquier manera me emocionó verlo. Ese baño de papelitos me transportó por un segundo a cualquier calle del centro porteño en la tarde noche del último día del año. Saludos
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