Cruzar las calles
Por mucho que Buenos Aires resulte algo familiar en muchos sentidos existe una circunstancia que te recuerda con contundencia que es otra cultura y es la manera que tienen de comportarse al volante. Creen que conducen bien pues sus reflejos, frenos y sentido del espacio son envidiables pero el respeto por el otro, ya sea peatón o conductor ni siquiera es un concepto discutible, salvo contadísimas e inolvidables excepciones. El desafío mas pesado de la ciudad es aprender la técnica (pues llamarlo arte seria una provocación) de cruzar los pasos de peatones con o sin semáforo pues da lo mismo.
Se trata de iniciar la marcha de manera decidida intuyendo mas que sabiendo, que el conductor tendrá tiempo de frenar o en el peor de los casos esquivarte. Hay momentos que uno se siente mas un torero en el ruedo que un vulgar peatón pues como haya espacio suficiente entre peatón y peatón el coche aprovecha el momento. El truco esta en no acelerar ni ralentizar el paso.
El que conduce lo más seguro es que sea un taxista pues abundan pero es totalmente posible que sea una fina señora de barrio y coche caro, no hay clases a la hora de abrirse paso entre taxis, autobuses, coches y peatones. Aún así, nadie, creo sabrá explicarme por que todo el mundo que conduce parece ir con prisas y sin embargo casi todos los porteños llegan tarde a las citas.
Casi todo el mundo espera en el borde de la calle y no sobre la acera como si esa tonta trasgresión les autoafirmara en el placer porteño de hacer caso omiso de las reglas, como si no fuesen con el. Algunos cruzan tentando a la suerte mientras un autobús a 60Km/h le pasa a medio metro de su espalda y en el estilo más chulesco y con tremenda indiferencia es observado por los ya acostumbrados e impotentes testigos del cotidiano desafío.
Ahora se ha creado la nueva Guardia Urbana y nadie sabe si cambiará algo. De momento el ibérico "Ceda el paso" no existe ni como señal ni tradición, pasa primero el que primero llega al centro del cruce siempre que el otro no gane en tamaño. Se que hay otras muchas capitales donde es mucho peor, sin embargo aun no he ido.
Se trata de iniciar la marcha de manera decidida intuyendo mas que sabiendo, que el conductor tendrá tiempo de frenar o en el peor de los casos esquivarte. Hay momentos que uno se siente mas un torero en el ruedo que un vulgar peatón pues como haya espacio suficiente entre peatón y peatón el coche aprovecha el momento. El truco esta en no acelerar ni ralentizar el paso.
El que conduce lo más seguro es que sea un taxista pues abundan pero es totalmente posible que sea una fina señora de barrio y coche caro, no hay clases a la hora de abrirse paso entre taxis, autobuses, coches y peatones. Aún así, nadie, creo sabrá explicarme por que todo el mundo que conduce parece ir con prisas y sin embargo casi todos los porteños llegan tarde a las citas.
Casi todo el mundo espera en el borde de la calle y no sobre la acera como si esa tonta trasgresión les autoafirmara en el placer porteño de hacer caso omiso de las reglas, como si no fuesen con el. Algunos cruzan tentando a la suerte mientras un autobús a 60Km/h le pasa a medio metro de su espalda y en el estilo más chulesco y con tremenda indiferencia es observado por los ya acostumbrados e impotentes testigos del cotidiano desafío.
Ahora se ha creado la nueva Guardia Urbana y nadie sabe si cambiará algo. De momento el ibérico "Ceda el paso" no existe ni como señal ni tradición, pasa primero el que primero llega al centro del cruce siempre que el otro no gane en tamaño. Se que hay otras muchas capitales donde es mucho peor, sin embargo aun no he ido.
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