Ir al teatro
El primer día que fuimos al teatro al poco tiempo de llegar nos quedamos mudos del asombro. Era un miércoles cualquiera de una semana como otra más, y tuvimos que abrirnos paso para acceder a la cola de entrada a la sala. Las multitudes a las puertas de los teatros forman parte del paisaje nocturno de Buenos Aires.
Era el Teatro San Martín, en la calle Corrientes casualmente pues podría haber sido en otra calle de la capital, en esa calle se concentran la mayoría de los teatros del circuito oficial pero hay mas de doscientos teatros de todos los tamaños, estilos y géneros desde lo clásico a lo alternativo. La cartelera de los periódicos no las recogen todas.
Ese teatro en especial forma parte de la red de teatros del Gobierno de la Ciudad y esta subvencionado, los jueves vale seis pesos y es lo que nos costó una de las obras que más aplaudimos en casi tres años. En el San Martín también se pueden comprar por Internet.
Esa noche , con el tiempo descubrimos que era una rutina mas de la noche de cualquier dia, la sala se llenó y cada vez que hemos ido a ver cualquier obra siempre me acuerdo de aquel momento en pensamos que si aquella ciudad y su pálpito nos estaba esperando, ahí estábamos dispuestos a sumergirnos sin respirar. Es un momento singular y recurrente ver como personas de todas las edades y tipos, unos vestidos para la ocasión, otros no, se acercaban a las colas de las taquillas a conseguir la anhelada entrada para la obra recomendada por el amigo o la crítica.
Se puede ir al teatro cada semana sin dejar de ver grandes libretos, interpretaciones excelentes y en definitiva saborear lentamente la gran calidad del teatro argentino. Ir al teatro es ya una liturgia que arraigó fácilmente en nuestras adoptadas costumbres porteñas, solos o con amigos para ir a comer algo a la salida es solo uno de los muchos alicientes que se generan al vivir en la capital de la Argentina. No es una experiencia propia, es la de muchísima gente que va al teatro. Es una costumbre sin la cual no se puede acometer la epopeya de ver lo mas interesante, pues se estrenan mas de media docena de obras cada semana.
Era el Teatro San Martín, en la calle Corrientes casualmente pues podría haber sido en otra calle de la capital, en esa calle se concentran la mayoría de los teatros del circuito oficial pero hay mas de doscientos teatros de todos los tamaños, estilos y géneros desde lo clásico a lo alternativo. La cartelera de los periódicos no las recogen todas.
Ese teatro en especial forma parte de la red de teatros del Gobierno de la Ciudad y esta subvencionado, los jueves vale seis pesos y es lo que nos costó una de las obras que más aplaudimos en casi tres años. En el San Martín también se pueden comprar por Internet.
Esa noche , con el tiempo descubrimos que era una rutina mas de la noche de cualquier dia, la sala se llenó y cada vez que hemos ido a ver cualquier obra siempre me acuerdo de aquel momento en pensamos que si aquella ciudad y su pálpito nos estaba esperando, ahí estábamos dispuestos a sumergirnos sin respirar. Es un momento singular y recurrente ver como personas de todas las edades y tipos, unos vestidos para la ocasión, otros no, se acercaban a las colas de las taquillas a conseguir la anhelada entrada para la obra recomendada por el amigo o la crítica.
Se puede ir al teatro cada semana sin dejar de ver grandes libretos, interpretaciones excelentes y en definitiva saborear lentamente la gran calidad del teatro argentino. Ir al teatro es ya una liturgia que arraigó fácilmente en nuestras adoptadas costumbres porteñas, solos o con amigos para ir a comer algo a la salida es solo uno de los muchos alicientes que se generan al vivir en la capital de la Argentina. No es una experiencia propia, es la de muchísima gente que va al teatro. Es una costumbre sin la cual no se puede acometer la epopeya de ver lo mas interesante, pues se estrenan mas de media docena de obras cada semana.
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