01 abril 2007

Delivery y prohibiciones

Delivery es la palabra usada siempre para describir gran parte de la dieta argentina. Tu que comes por las noches? Yo, delivery, obvio!. Se pueden encargar para que te lo sirvan a domicilio media docena de empanadas, una bandeja de sashimi y nigiri, pizzas de toda clase (incluso a la parrilla), carne recién hecha a las brasas, pollos asados, pasta, la compra del súper y muchas cosas mas. Todo se puede pedir levantando el auricular del teléfono y algunas veces hasta por Internet. Las neveras de los hogares están repletas de los infaltables imanes con el teléfono de los restaurantes, verdulerías, carnicerías del barrio.

Lo más cómodo es no haber cargado con la pesada compra del supermercado nunca en casi cuatro años. Creíamos que no se podía, que era la insalvable penitencia de todo hijo de vecino con algo de hambre pero en Buenos Aires es posible a cambio de una simple propina. Es una de las estampas porteñas de los barrios donde hay un "súper" cerca, el chico uniformado del establecimiento arrastrando por la acera una torre de cestas de plástico con las compras de barrio. Uno se va a casa con las manos vacías y el chico, al cabo de unas horas, te coloca en la cocina la compra dividida por secciones. Eso si, los días de mucho calor conviene llevarse los helados en la mano. Se puede no salir de casa en meses y no morir mas que de aburrimiento.

Hay otras clases de delivery : Puedes encargar los últimos programas pirateados, los recientes estrenos en DVD, un chico que te arregle el desaguisado del Windows, el taxista que te toca al portero para decirte que ya esta abajo y por si fuera poco, si no hay reparto a domicilio uno se lo fabrica llamando a un taxi para que vaya a buscar casi cualquier cosa, aunque es mas caro.

La cocina hogareña es muy pobre en general, es curioso observar que la tradición española e italiana de centrar gran parte de la vida alrededor de una mesa repleta de suculenta cocina casera se perdió en los viajes transatlánticos de los últimos siglos. Será la llamada de la calle que lo provoca, una febril vida de puertas para fuera y no quedan tiempo y ni ganas. Para esto están los restaurantes, siempre repletos.

Ahora que se avecinan malos tiempos para los fumadores, ya que el otoño asoma y no se puede comer en las terrazas, será una buena ocasión para poner a prueba los buenos lugares con entrega a domicilio o ponerse a cocinar. Si, en Buenos Aires, en la capital no se puede fumar dentro de ningún local. La ley salio en Octubre del año pasado y nadie se explica como esta norma se cumple escrupulosamente. Para explicar la extrañeza hay que remontarse a dos años atrás cuando de pronto salio una norma (que ya existía por cierto) que obligaba al uso del cinturón de seguridad, esas dos semanas fueron memorables, los taxistas te decían que te lo pusieses con la palabra o a base de letreritos (les encanta a los argentinos poner letreros por todo), pues parecía que por fin la gente se ponía de acuerdo en cumplir algo. Ahora, ¿quién se acuerda? Nadie. Todo sigue como antes.

Etiquetas:

1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

http://www.cronicasdeundelivery.blogspot.com/

9/10/11 00:46  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio