El café
-Un cortado cortito de café y un café por favor.
-Bárbaro.
El camarero poco después sirve los cafés además de unas galletitas, dos vasitos de soda y de zumo de naranja. La sorpresa es inmediata para el recién llegado que ha entrado en uno de los innumerables y agradables cafés de Buenos Aires. Uno cree que le van a cobrar los añadidos y sin embargo después de agradecer y pagar 7 pesos por los cafés mas la obligada pero gustosamente dejada propina, recibe una agradable y calida charla:
- ¿De que parte de España son?
- De Mallorca, en el Mediterráneo.
- Mallorca, si! Ah, que lindo! ¿Están de paseo?
- No, nos vinimos a vivir.
- Ahora que todo el mundo de va a España ¿ustedes se vienen para acá? ¿Qué vinieron a hacer?, ¿por trabajo?
- No, por elección!
- ¿Me permiten que les diga? Están locos, este es un país de locos.
Mientras en el café parejas y gente de todas las edades charlan sin parar, nadie esta callado. Hablan y hablan. Tomarse un cafecito es la excusa para casi todo, se cierran tratos, se planea la reforma con el arquitecto, las vacaciones. Se charla por el puro placer de hablar en una contagiosa fiebre de vida urbana.
Al final la despedida:
- Adiós, gracias.
El mozo contesta:
-No, por favor!, suerte!
En el taxi la conversación es parecida solo que el conductor además tiene a un hermano trabajando en un hotel de Alcudia y habla muy mal de los políticos del país.
Mientras tanto, piensas que el camarero del bar estaría muy cotizado en el mercado hostelero isleño por su eficacia y seductora amabilidad. La mejor bienvenida que recibe un extranjero viene de esa cautivadora simpatía porteña y es cuando comienzas a pensar que aquí se puede vivir. Se vive.
Todo es un raro sarcasmo. Nosotros vemos lo que ellos no ven porque lo tienen delante desde siempre y ellos ven únicamente lo positivo de vivir en su madre patria como la llaman sin cesar y además en una idealizada isla del mediterráneo. Entiendes que se vayan pues hay Buenos Aires que echan. Otros atrapan. Es cuando comienza la historia de amor con la ciudad y la gente que la habita.
-Bárbaro.
El camarero poco después sirve los cafés además de unas galletitas, dos vasitos de soda y de zumo de naranja. La sorpresa es inmediata para el recién llegado que ha entrado en uno de los innumerables y agradables cafés de Buenos Aires. Uno cree que le van a cobrar los añadidos y sin embargo después de agradecer y pagar 7 pesos por los cafés mas la obligada pero gustosamente dejada propina, recibe una agradable y calida charla:
- ¿De que parte de España son?
- De Mallorca, en el Mediterráneo.
- Mallorca, si! Ah, que lindo! ¿Están de paseo?
- No, nos vinimos a vivir.
- Ahora que todo el mundo de va a España ¿ustedes se vienen para acá? ¿Qué vinieron a hacer?, ¿por trabajo?
- No, por elección!
- ¿Me permiten que les diga? Están locos, este es un país de locos.
Mientras en el café parejas y gente de todas las edades charlan sin parar, nadie esta callado. Hablan y hablan. Tomarse un cafecito es la excusa para casi todo, se cierran tratos, se planea la reforma con el arquitecto, las vacaciones. Se charla por el puro placer de hablar en una contagiosa fiebre de vida urbana.
Al final la despedida:
- Adiós, gracias.
El mozo contesta:
-No, por favor!, suerte!
En el taxi la conversación es parecida solo que el conductor además tiene a un hermano trabajando en un hotel de Alcudia y habla muy mal de los políticos del país.
Mientras tanto, piensas que el camarero del bar estaría muy cotizado en el mercado hostelero isleño por su eficacia y seductora amabilidad. La mejor bienvenida que recibe un extranjero viene de esa cautivadora simpatía porteña y es cuando comienzas a pensar que aquí se puede vivir. Se vive.
Todo es un raro sarcasmo. Nosotros vemos lo que ellos no ven porque lo tienen delante desde siempre y ellos ven únicamente lo positivo de vivir en su madre patria como la llaman sin cesar y además en una idealizada isla del mediterráneo. Entiendes que se vayan pues hay Buenos Aires que echan. Otros atrapan. Es cuando comienza la historia de amor con la ciudad y la gente que la habita.
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